domingo, 8 de marzo de 2009




Permanente. El ruido del océano puede que sea el sonido primero,
el de antes de nacer, cuando sumergidos éramos lo "por venir".
Me pregunto si mi niño, éste que crece adentro, escuchará éste océano o el suyo.
Y el viento que es íntimo aunque suceda del otro lado de los huesos.
¿Alguien puede olvidar un mar oído?
Despegarse de ese canto como de una memoria en gestación.
Torpemente, así llegamos siempre frente a los océanos.
Y nada queda ileso.


María Julia Magistratti


1 comentario:

DINA LAFONT dijo...

Me gusta leer tus cositas Maria Julia Magistratti.
Estas preguntas tan llenas de vida, que se acercan tanto a este milagrito que es la existencia.
Y torpemente, y humildemente, sí...uno intenta llegar a ese mar que es tan inmenso y propio que aveces olvida. Pero qué felicidad cuando se encuentra!