martes, 19 de enero de 2010

PACO URONDO





Milonga del marginado paranoico


Parece mentira

que haya llegado a tener

la culpa de todo lo que ocurre

en el mundo; pero es así. Han tratado

de disuadirme psicólogos y sociólogos de mi tiempo,

me han dado razones de peso técnico largamente

formuladas y

parcialmente ciertas. Pero

yo sé que soy culpable de los dolores

que aquí siento y recorren el mundo; de las soledades

que lo van vaciando: quisiera saltar

como Juan L. Ortiz, vociferar

como Oliverio Girondo, pero: primero, ellos me ganaron

de mano; segundo, no me sale bien y aquí

empieza todo nuevamente: otro sufrimiento

igual a diapasones y recursos

que conozco perfectamente y que no vale la pena

repetir: primero, para no emularlos; segundo, porque

tendré que ir

reconociendo que no he sabido

hacerme entender. Y esto es agudo como un ataque

que nos traga la lengua; pido entonces disculpas

por la mala impresión, por las exageraciones.


PACO URONDO

lunes, 18 de enero de 2010

Haití para todos los ojos que acaban de llorar





Esta mañana, una mano puso flores en tu buzón:
¿será acaso un sol que te escribe
desde una cárcel de tu país?
¿O es un telegrama -SOS de la luna-
que de repente ve venir
las amenazas del hombre?
¿Será el último árbol romántico
de Nueva Zelandia que quiere
intercambiar sellos contigo?
¿Desde cuando la lluvia envía
mensajes cifrados a sus amigos?
Puede que sea la carta certificada
de un ruiseñor necesitado de dinero.
¿Y si fuera la carta anónima de un
cocodrilo, alcalde de una aldea tenebrosa?
¿o la carta de algún maldito presidente
vitalicio de la república?
¿o la de un tiburón notario de un país racista?
Quizás sean flores explosivas, dotadas
de un maravilloso mecanismo de acción
retardada, flores cultivadas
en los invernaderos del Ku Klus Klan?.
Las llevo a mi oficina
para descifrar sus olorosos mensajes:
son flores del fondo del mar. Un olor
de marea alta invade mi casa. En la firma
de alga marina. Estas flores son
los besos de una princesa de alta mar,
es el alfabeto de su vida,
la morsa gloriosa de su sangre en flor.
Es el violento misterio de su cuerpo
cuando el orgasmo la proyecta conmigo
a la cima del reino vegetal.
Ella, desde el fondo de las aguas, me envía l
as noticias de las hierbas inocentes del mundo.
Me da los buenos días de las primeras mariposas del año,
los buenos días de los primeros peces y los primeros besos
de adolescentes que reclaman un poco de ternura,
de paz y dignidad, con una luz fresquísima,
para todos los ojos que acaban de llorar.
RENE DEPRESTE: Escritor haitiano de habla francesa y española, fundador de la revista Ruche, que se comprometió con la lucha contra la dictadura y fue un ferviente militante de la negritud. Este poeta precoz fue, en cierto modo, el niño pródigo de la independencia haitiana a comienzos del siglo XX. Sus primeros libros de poemas, Centelleos (1945) y Haz de sangre (1946), le dieron un cierto prestigio, con tan sólo diecinueve años. A finales de 1945, fundó con algunos colegas una revista artística de vanguardia, Ruche. André Breton, antes de regresar de su exilio en Nueva York, dio una serie de conferencias en Puerto Príncipe; la acogida de estos jóvenes artistas de Haití, encabezados por Aimé Césaire al surrealismo fue enormemente entusiasta, por lo que Ruche dedicó un número especial a Breton, que fue censurado por la policía dictatorial. Mientras tanto, Depestre estaba en la cárcel. Esta historia ocasionó varios disturbios que paralizaron Haití, el poder estuvo inestable durante unos días, pero enseguida el Ejército restableció el orden, y Depestre se vio condenado al exilio. Desde entonces se afilió al movimiento cultural Negritud, fundado en París por iniciativa de Césaire, Damas y Senghor. Después de esta fecha, Depestre continuó su trayectoria poética en Francia, con Vegetación de claridades (1951), Traducido a lo ancho (1952), y Mineral negro (1957). Tras un breve regreso a Haití, de donde huyó enseguida perseguido por el régimen de Duvalier, se exilió en La Habana, donde enseñó durante veinte años. Si bien en sus libros de poemas explora en el inconsciente surrealista (Diario de una animal marino,1964; Un arco iris para el Occidente cristiano, 1966), su intención es claramente militante (Cantata a Octubre, publicada en 1968, dedicada a la muerte de Che Guevara). René Depestre escribió también excelentes textos en prosa, como la Cucaña (1973) o Hadriana en todos mis sueños (Premio Renaudot, 1988). Sus ensayos son claros exponentes del tema de la negritud (Buenos días y adiós a la negritud, seguido de Trabajos de identidad, 1989).