domingo, 26 de octubre de 2008
Yolanda Bedregal, Poeta boliviana
Hace unos años, desde que leí este poema de Yolanda Bedregal, ante imágenes que estas calles de Buenos Aires nos arroja a los ojos, como pedradas, me viene a la boca ese "quiero que se calme este llanto..."
REBELIÓN
Miraba yo la pampa inmensa soñando con el mar.
Miraba yo la pampa tensa, tan alta, tan serena,
tocando con el cielo su frente de cristal;
un acorde de grises y violetas su manto,
que altura en la belleza!
que altura en la belleza!
que majestad estática en el día altiplánico!
De pronto un niño llora.
Entre la paja brava, con su ponchito viejo llora un niño.
Por que? Quien sabe...
El indio aymará se lleva el grito en su raza,
y su clamor innato desgarra la serena nobleza del paisaje.
Un niño,
un llanto humano es una herida abierta que ensangrienta este mundo.
Tiemblan y se estremecen los monolitos míticos:
se rompen y entreveran los caminos de paz.
Hay maldad en la tierra.
Arde lo que era de hielo.
Las palabras suaves se crispan en los puños desafiando al relámpago.
Corro sobre la pampa desaforadamente;
me quema el corazón como una brasa.
Hay maldad en la tierra, hay injusticia.
Quizás mas lejos halle la bandera que busco.
Quiero la gleba abierta con sus labios de surcos
como un libro de música.
Quiero que se calme este llanto de niño
que es llanto del mundo.
YOLANDA BEDREGAL (BOLIVIA 1910-1999)
sábado, 25 de octubre de 2008
homenajito a Adriano
Andriano Gonzalez León, narrador y poeta Venezolano. Murió a principios de este año, en Caracas, socorrido por la ley de los poetas, bendito en uno de los bares del Este de esa ciudad, lo velaron entre mostradores y parroquianos y botellas.
El día del velorio de Adriano, los tragos tuvieron el mejor sabor.
Estoy releyendo un librito que Catire (Enrique Hernandez D´Jesús) me regaló el año pasado con poemas de Adriano, y pienso que debe andar por aqui (o por allá) todavía, risueño y revolucionario.
Te despedirás para siempre
sentada sonriendo con dulzura
sosteniendo toda la tierra como a una mano de moler
Ellos querrán destruirlo todo
y tu lucha será más tenaz en las tinieblas
cultivarás otros cielos
amamantarás otros animales
dispararás tus flechas
las plantas y las flores crecerán allí como sementeras
y todo alcanzará el aire de eternidad
porque disfrazarás la arcilla
esconderás tu origen en otras llamas
ante dioses sangrientos y blasfemos.
Allí estarás para perpetuar a la rana
a la llluvia patas blancas
al reino que perdimos. (...)
(Invocación del libro "De ramas y secretos")
RAIZ DE MANDRAGORA
Todos saben que llegaste rozando estrellas, cometas y navíos
LLuvias de azafrán
Yo comienzo a florecer después del estío
Tú empiezas a germinar en la noche como una planta salvaje
Soy la yerba por donde trotas hacia el cielo
perturbando la redondez de la tierra
la idea que tenemos del futuro
o el curso de las aguas donde flotamos
Todos saben que eres lluvia desnuda
raíz de mandrágora
vida rumorosa
catedral antigua
liquen sumergido entre mis rocas.
ADRIANO GONZALEZ LEON (de "De ramas y secretos")
Venezuela 1931-2008
martes, 21 de octubre de 2008
en el nombre de la madre
en el huevo,
está mi madre
que siempre sucede
aunque la muerte la alimente.
La madre corrida por humores
salados y tristes;
la madre, ya sin desear,
brillando oscura y semilla.
La madre de tierra
la que ha perdido el nombre
de tanto llamarla y que no aparezca.
Con ojos sin comenzar
está mi madre,
recorriendo las rejas
con los dedos
que ya empezaron.
Del Libro EA (ediciones El Mono Armado)
Volver al pueblo
Deberíamos volver a nuestros pueblos, con la bolsa de los mandados, la regadera, el hongo de yeso intactos. Volver a pronunciar el nombre del santo patrono y, de memoria, el olor de las casas de familia. Debería ser urgente el relevo, antes que se nos envenene la semilla y sepamos para siempre que nunca habrá una tormenta de verdad para nosotros.
Oirás a los que dicen "allá yo era pobre" y antes de que se acuerde, ya la costura en las rodillas le dolerá y las piedras donde anduvo su cuerpo; el barro armará una siesta constelada y real. Y no tendrá límites cuando el futuro le devuelva su anciano correteado por los niños y la ropa en la soga.
No hay remedio para los que en la infancia bebieron del ombligo de una naranja. Para los que vieron la división de los mundos detrás de una ligustrina.
Si ya no reconoces las llaves con las que abrías tu casa y dejaste tus tesoros a merced de las plumas de gallinas.
Un perro y un queso es todo lo que ansías
y hormigas coloradas sobre tus pies descalzos.