viernes, 20 de junio de 2008

merienda


Ir a la merienda
y huevos caidos bajo el árbol
pueden detener el hambre
y hacerlo caber en toda la intemperie que cae sobre mi;
amenaza como un parásito
que crece sin medida.
Debo llegar antes que los tazones de leche enfríen.
Antes que sobre los hules queden las manos solas
después de haber alimentado.
Los huevos caídos bajo el árbol
me agujerean ahora
esta zona nueva donde arrojo también el día sin recompensa.
Como mi estómago, a los huevos los tragará la tierra,
como todo lo que iba a tener alas.
mjm

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