Por más que cerrara, puerta y ventanas, día y noche, siempre
de noche, habia animalillos en mi habitación. Un asno diminuto
a eso de la medianoche, un conejo con muchas orejas, como hojas;
poderosas ratas se comían la cama de al lado,
serias y atenciosas, algunas hasta con lentes!; a veces, parecía que todo
iba a estar en calma; pero, de pronto, sobre el armario de los libros,
divisaba una gallina blanquísima como la espuma, esponja y alerta.
Ese martirio continúa.
Aún, ahora, cuando entro de mañana, a la oficina
me saco del bolsillo,
trozos de mariposa,
plumas,
o la diadema de un bicho silvestre.
MAROSA DI GIORGIO (Uruguay)
1 comentario:
Precioso, Julia. Amo a esa gallina esponja. Beso.
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